domingo, 26 de junio de 2011

Profundidad

A Work of Fiction

Los grandes científicos de la humanidad han descubierto que el espacio –y, por lo tanto, los entes que habitan en él– está constituido en tres dimensiones: altura, anchura y profundidad.
Eso lo sabe usted, eso lo sé yo y eso lo sabe todo el mundo con al menos un asomo de educación primaria. ¿Por qué, entonces, desgasto mis dedos, mi vista y mi tiempo en decírselo?
El conocimiento es un continuo, comunicándose al igual que la red neuronal que nos permite poseer este conocimiento. Hasta la más pequeña de estas células está conectada con el todo. Parte primordial de ese todo es nuestra noción de espacio; nuestra noción de altura, anchura y profundidad. Nos referimos a ella en la arquitectura, la escultura, la pintura, el cine, en el auto. Pero debo recordar a usted esta noción de espacio, este ancestral e importantísimo descubrimiento porque representa para usted el mundo material, más no el ámbito personal. Así es; usted piensa en sí como un ser de dos dimensiones: los hombres, 1.80 m de estatura, 45 cm de hombros, etcétera; las mujeres, 1.70 m de estatura y las medidas perfectas: 90-60-90. Alto y Ancho. Alto y Ancho. ¿Soy chaparro? ¿Estoy gordo? Dicho de otra forma, ¿cuál es mi altura? ¿Mi anchura es adecuada? Nunca se habla de profundidad.
Sin embargo, la profundidad es lo más importante; es la profundidad lo que nos mueve, lo que nos da rumbo, porque la profundidad permite que exista un camino.
Por lo tanto, en conjunto con científicos de alto renombre –nombres como Niehls Bohr, Michael Farraday y Nikola Tesla– Industrias Guadalmedina se complace en presentarle Imus, la nueva técnica de medición antropomórfica.
Imus, a través de un sencillo procedimiento prácticamente libre de dolor, permite conocer la profundidad de las personas. Sólo hace falta introducir en una bebida de, al menos, 1L, el contenido de uno de los sobres que le serán proporcionados en el paquete de iniciación. Esta sustancia, una vez agitada 15 segundos dentro de la bebida, se tornará incolora, inodora e insípida. Al dar el primer trago, usted sentirá un ligero pinchazo en la superficie del paladar: es la señal de que el procedimiento Imus está iniciando. Usted podrá disfrutar de su bebida con toda tranquilidad, pues el procedimiento no le causará molestias adicionales[1] y, después de beber solamente 999 mL, los resultados del procedimiento le serán enviados al teléfono celular[2] que usted nos haya proporcionado al ordenar el producto. En estos resultados, se le mostrarán los valores de profundidad cervical, profundidad torácico-lumbar y profundidad pélvica, expresados en Coulombs, junto con una detallada explicación de lo que estos significan.
Conocer su profundidad le brindará primordial información sobre su carácter, la estructuración de su pensamiento, su forma de relacionarse con su entorno, enfermedades mentales a las que usted es más susceptible, su esperanza de vida e incluso su potencia sexual.
¡Imagine ahora poseer esta información sobre otras personas!
Así es. El contenido de los sobres de la innovadora técnica antropométrica Imus puede ser discretamente introducida a una bebida ajena. La mezcla, al ser consumida, nos mostrará los valores de profundidad propios de esa persona, ¡sin que ella lo sospeche si quiera![3]
¿Para qué desperdiciar días, semanas e incluso años intentando conocer a alguien, cuando a fin de cuentas obtendremos detalles de altura y anchura con apenas un atisbo de profundidad? Porque eso es todo en lo que reparamos: qué tan alto es su Coeficiente Intelectual, qué tan amplio es su conocimiento, qué tan estrecha es su visión, qué tan baja es su sociabilidad.
Y las palabras, ¡las palabras! Nos apabullan palabras altas, desconocidas, que parecen caer sobre nosotros con el peso de un relámpago enviado desde el Monte Olimpo –palabras como: apabullar– haciéndonos creer que lo sencillo está encriptado, ver un pensamiento burdo como el cenit del conocimiento. ¡Qué decir de las palabras anchas! Un “sí” o un “no” no bastan. Obligamos a las palabras a danzar en imposibles piruetas de oración en oración. Porque lo sencillo es de una mente pobre e incluso ingenua, ¡cada una de nuestras afirmaciones debe ser un alarde de la amplitud de nuestra visión, vocabulario y conocimiento! De lo anchos que somos por dentro.
¡Ah, pero la profundidad! ¡La profundité! ¿De qué sirve todo el vocabulario, toda la visión, toda la inteligencia y todo el conocimiento del mundo cuando no se ha llegado al corazón del hombre; cuando esto no se ha empleado en formar un camino?
Palabras altas, palabras anchas. ¿Qué tal palabras profundas? Palabras que sean como flechas certeras, que lleguen a la esencia del hombre porque hayan surgido de su esencia. La majestuosidad y la ornamenta dotan a los objetos de un valor agregado, una porción de adicional hermosura. No obstante, son sólo cualidades; son, finalmente, superfluas. Los seres, antes que tener, son. Tienen cierta altura, tienen cierta anchura, son profundidad.
Nuestra esencia está en lo profundo. Y no hablo de una profundidad longitudinal –que es anchura vista desde otro ángulo–, sino de la profundidad del amor, la profundidad de la luz, la profundidad del infinito.
La profundidad del ser humano.
La técnica Imus permitirá a la humanidad, por primera vez en su historia, conocer su profundidad; llegar a su origen. Conocerse.
Esta es la palabra clave: conocimiento. No una embarrada de razón y emoción, no un diccionario o una enciclopedia. Conocimiento. Simple y puro. Conocimiento de la profundidad de las cosas. Conocimiento del ser de las cosas.
En usted está la decisión: conservar su altura y anchura, su amplitud y estatura, su majestuosidad y ornamenta; conservarlos y quedarse estático, como tantos seres vivos en esta tierra, cuya mente y mundo se pierden en dos dimensiones: Pérdida y Ganancia.
O puede tomar la alternativa. Puede elegir Imus. Y avanzar.




[1] En contados casos, se han presentado efectos secundarios menores; dolores de cabeza, mareos, fatiga y pérdida de extremidades.
[2] No compatible con el sistema Blackberry o Android 2.2
[3] Industrias Guadalmedina y sus afiliados: Niehls Bohr, Michaels Farraday y Nikola Tesla no apoyan el engaño ni la ilícita obtención de información privada. El presente ejemplo se presenta tan sólo como una ilustración de la gran variedad de usos de la técnica Imus.